Sandra había dejado preparados macarrones, lo que no pude evitar que formara una sonrisa en mis labios mientras sacaba el plato y los desenvolvía para meterlo al microondas, negando al escuchar el sonido de la puerta. Como fuera un vendedor puerta a puerta pensaba usar mi pistola, pero en su lugar me encontré con la mejor amiga de mi novia frunciendome el ceño como si estuviera mirando una caca de perro.
No solía tener mucha relación con sus amigos, la diferencia de edad hacia eso imposible, pero a la mayoría las toleraba. Habíamos quedado cuando por fin se mudo a vivir conmigo que haría un esfuerzo por respetar sus amistades, pero esta chica lo ponía difícil, lo cual era una mierda considerando la cantidad de tiempo que pasaban juntas. - Es mi casa, claro que soy yo. - dije poniendo los ojos en blanco. - Sandy ya ha salido... - le explique apoyándome en la puerta cuando sonó mi teléfono haciéndome resoplar. - Espera... - dije respondiendo al ver que era ella, pero antes de poder decirle nada, me contó que habían cancelado las clases y se iba a marchar a la costa con unos amigos. - Al parecer hoy no tenéis instituto... - dije mientras volvía hacia la puerta.