– He aprendido de la mejor – le señaló sin reparo.La sonrisa apareció en el rostro del fantasma cuando la niña lo acusó de cotilla y solo se encogió de hombros aceptando que lo era. ¿Qué más le quedaba por hacer? Además, la madre de Alice casi lo había gritado y él no pudo evitar oírlo así que tampoco era tanto.
Se columpió con ganas sabiendo que podía hacerlo porque no había nadie allí mirando. Lo bueno del jardín de los Bennet es que no dejaba sitio para que los vecinos pudieran verlo, ya que tenían unos amplios arbustos que cubrían casi toda su extensión, algo que él creyó muy útil la primera vez que vino. No quería armar líos por vecinos que vieran cosas que se movían por si solas.
– Muy bien, eh – le alentó cuando le dijo lo del examen de mates, aunque a él no le preocupaban sus notas; Alice era una niña muy lista, el problema en ella estaba en socializar con los demás. – ¿Con ninguno? ¿Todos andan con los móviles? Umm, yo creo que debe haber alguno perdido que quiera jugar contigo, Al – quiso animarla, pero ella cambió rápido de tema. Scott ladeó la cabeza y se encogió de hombros una vez más – Nada nuevo, aunque me gusta esta época del año; halloween está cerca y me siento más integrado a todo – bromeó mirando por la ventana como su madre cocinaba. Se quedó quieto en el columpio. – No mires hacía mi, tu madre está viendo hacía afuera – advirtió quedándose quieto allí. – ¿Pedirás dulce o truco? Podría ir contigo y lograr que se asusten de veras – se ofreció siendo sincero.