Bueno, ya que estaba aquí no podía arrepentirme. Mi objetivo inicial fue comenzar a gritarle por pensarse que podía disponer de mi tiempo cuando le diera la gana, mas aun que se hubiera atrevido a mandarme un mensajero como si no pudiera ir él en persona, pero tenía hambre, así que en lugar de dejarme llevar decidid cambiar los planes de la noche y tenía que reconocer que era bastante divertido ver su cara de niño mientras miraba mi bocadillo, por lo que decidida empujar un poco mas mi suerte y pedí prestado el cuchillo al chico del camión partiéndolo por la mitad y pasándole uno de los trozos. – Toma, come. No puedes decir que es malo hasta que no lo hayas probado, este es el mejor carro de comida de la ciudad. – dije sentándome en una de las mesas de jardín que tenían rodeando el lugar antes de pegarle un mordisco cuidando de que no me manchara la ropa.